(Dedico a mis maestros y maestras de educación
primaria, Escuela
Nacional Doctor Rafael Tobias Marquis, Rio Tocuyo,
Municipio Torres)
En las primeras
décadas del siglo XX el entonces Municipio Los Rastrojos era el escenario vital
de un universo poblacional estimado en tres mil quinientos habitantes. Cifra
que había disminuido en relación al censo nacional de 1891, situación quizás
generada parcialmente por la epidemia de la gripe española que azotó a diversos
pueblos venezolanos entre finales de 1918 y principios de 1919.
El Municipio Los
Rastrojos se caracterizaba por ser una sociedad rural, agropecuaria, retrato
local de una realidad nacional. Con una notable riqueza pecuaria concentrada,
en particular la cría de ganado vacuno, al unísono una pobreza generalizada
donde sobresalen elevados índices de analfabetismo y mortalidad, un rutinario
patrón alimenticio, carencia de agua potable, falta de vialidad, vivienda sin
las instalaciones sanitarias mínimas. Delicada radiografía que obviamente
incidía en una esperanza de vida limitada, que todavía en 1936 no vulneraba los
treinta años de edad.
En el citado año
fallecieron ciento veintiséis vecinos en
el Municipio Los Rastrojos, de este total, el 50.9 % no había cumplido los
treinta años de edad, increíble pero cierta esta cifra. Del citado porcentaje,
quince infantes no lograron siquiera alcanzar
los veinte días de vida.
Este delicado
cuadro expresa la gravedad del abandono oficial en materia sanitaria, sin
médicos ni medicamentos y por supuesto ausencia total de instalaciones
sanitarias. Saldo doloroso heredado de la administración gomecista. Con todo el
hombre fuerte de La Mulera
y el régimen encabezado por él, parece ser que todavía cuenta con voces
lisonjeras en Venezuela.
II
Sin embargo no
todo podía ser un manto de penumbras, en el horizonte se logró ver una pequeña
luz que iluminaría progresivamente los caminos culturales rastrojeños,
desafiando la indolencia oficial y logrando un modesto objetivo. Surgió la
iniciativa de establecer una sencilla escuela para darle vida a la palabra. No
importando la ausencia de recursos materiales, situación común a lo largo y
ancho de la geografía venezolana.
Aquella minúscula
llama se transformaría luego en antorcha perenne, por algunas décadas
iluminaría el destino de varias generaciones de educandos, primero en el aula y
más tarde como paradigma, maestra integral de indiscutibles virtudes
ciudadanas. Nos referimos a la niña OMAIRA SEQUERA SALAS, quien abrazó el mundo
terrenal el 2 de septiembre de 1888, fecha de su nacimiento, día de evidente
satisfacción para su padre el señor Antonio Sequera y su señora madre Carolina
Salas.
III
Es posible que
una de las iniciales escuelas de primeras letras de Los Rastrojos en el
amanecer del siglo XX naciera de los desvelos y preocupaciones de la maestra
Omaira Sequera Salas, quien similar a su coterráneo Héctor Rojas Meza funda una
humilde casa de luces cuando todavía era muy joven, estableciéndola en
Cabudare.
La inquietud de
la preceptora rastrojeña quizás repercutió en las instancias estadales y
nacionales, a pesar del menguado interés gubernamental en materia educativa. Se
infiere que nuestra humanista ha debido ser insistente y al final los desvelos,
las utopías no fueron en vano, ya que el primero de junio de 1921 la niña
Sequera Salas sería designada maestra de una Escuela Mixta Estadal en su propia
comunidad natal.
A manera de
hipótesis puede deducirse que en esa fecha logró convertirse en oficial la institución particular que la ilustre
educadora había fundado, la cual tenía por sede su misma casa de habitación,
ubicada frente a la Plaza Bolívar
de Los Rastrojos, en pleno corazón histórico, vivienda que todavía existe para
el momento que escribo este esbozo biográfico y que ojalá se mantenga en el
tiempo, pudiendo ser sede de una institución cultural, dada su característica
de patrimonio edificado palavecinense.
Durante un cuarto de siglo laboraría la niña Omaira en
centros oficiales de enseñanza, que creemos todos pertenecía a la jurisdicción
del antiguo Municipio Los Rastrojos.
Un abanico de
testimonios biográficos suscritos por la preceptora, facilitan compendiar en la Matriz Nº 1 el registro
de sus servicios como educadora en instituciones oficiales. A saber:
Matriz 1
(*) Matriz elaborada por Taylor Rodríguez García a partir de
fuentes documentales y anotaciones autobiográficas de la ilustre educadora.
(**) El 23 de febrero de 1933 la Inspectoría Técnica
de Educación Primaria Novena, circunscripción
del Estado Lara dispuso que esta institución fuera destinada para la atención
exclusiva de las niñas. Para la fecha la máxima autoridad educativa de la
entidad larense era el humanista yaracuyano Dr. León Trujillo. Según testimonio
suscrito por la niña Omaira Sequera Salas en septiembre de 1943 a este centro educativo
ya se le había reemplazado el Nº 44 por el
402.
De acuerdo a otras fuentes primarias fechadas en julio de 1944
esta casa de luces nuevamente tenía el carácter mixto. En el primer grado
recibían enseñanzas diez niñas y quince varones. En segundo grado cursaban cinco
niñas y cuatro varones.
2.- DESEOS DE SUPERACIÓN
A pesar de las contadas posibilidades que tenían los
educadores en Venezuela de realizar estudios universitarios o simplemente
cursos de mejoramiento profesional (especialmente en las comunidades provincianas)
a lo largo de las casi tres décadas de la dictadura petrolera gomecista
“gobierno de la malhechuría” en las singulares palabras del humanista caroreño
Cecilio Zubillaga Perera, la maestra Sequera Salas logró participar en
determinados cursos de corte, costura y bordado, los que fueron muy útiles en
la formación que brindó a las niñas rastrojeñas y de otras comunidades que se
acercaron a las modestas aulas de aquel foco de luz que ella con sabiduría y
constancia mantuvo encendido en su patria chica, actual capital de la Parroquia José Gregorio
Bastidas.
En 1935 falleció
el dictador tachirense Juan Vicente Gómez también conocido como el hombre
fuerte de La Mulera. En
los días iniciales de 1936 las contadas organizaciones sociales que podían
existir en el país o que emergieron en aquella coyuntura, expresaron los
anhelos de los sectores sociales no propietarios, exigiendo respuestas a
evidentes problemas colectivos que desde años afectaban la vida nacional. Casos
de la salud, educación, obras de infraestructura, mejoramiento integral del
sector agropecuario, otorgamiento de créditos para los pequeños y medianos
productores, entre otras situaciones que requerían respuestas oportunas y
eficientes.
Los educadores no
estuvieron al margen del universo de utopías nacionales. La antigua Sociedad
Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria devino en la combativa
Federación Venezolana de Maestros, que entre otros grandes objetivos logró
progresivamente algunas reivindicaciones socioeconómicas y socioculturales para
sus afiliados.
Por ejemplo en
períodos vacacionales y en otros lapsos
del año incluido el período vacacional o parte de esos días de descanso,
instancias educativas oficiales dictaron los llamados cursillos de capacitación
pedagógica para maestros y maestras que carecían de formación universitaria o
no eran egresados de las escuelas normales. En fin, para educadores en
servicio. Incluso la misma F. V. M dictaba estos cursos designando como
facilitadores a sus propios directivos seccionales o experimentados afiliados,
algunos de ellos egresados de la Escuela
Normal de Caracas.
“Eran
tiempos en que los gremios se preocupaban de forma significativa por la
formación académica de sus integrantes y
no sólo por el aumento de sueldo”. Testimonio aportado por el extinto educador
cabudareño Francisco José Rojas, miembro de la citada federación desde sus días
iniciales.
La niña Omaira Sequera Salas se incorporó
entusiastamente a los citados cursos de capacitación. Información que se puede
validar con dos testimonios escritos correspondientes a los certificados por
asistencia a la “Semana preparatoria para maestros en servicio” y el “Curso de
perfeccionamiento pedagógico para el magisterio larense”, eventos académicos
realizados en Barquisimeto ente el 24 y el 31 de diciembre de 1941, el segundo
se llevó a efecto la semana del 12 al 18 de diciembre de 1943, respectivamente.
(Véase anexos a, b).
Como se subrayó,
la educadora rastrojeña siempre estuvo en la mejor disposición de participar en
todas y cada una de las iniciativas que contribuyeran al mejoramiento de la
formación académica de los docentes.
3.- UNA PROFUNDA VOCACION POR LA DOCENCIA. LA FORMACION INTEGRAL
DE LOS NIÑOS Y NIÑAS, SU RAZÓN DE SER.
En párrafos iniciales resaltamos que la preceptora
Sequera Salas desde muy joven asumió la aplaudible y digna responsabilidad de
dedicarse a la enseñanza de párvulos y párvulas provenientes de modestos
hogares de la comarca cabudareña y en particular de los educandos del entonces
Municipio Los Rastrojos.
Una muestra
indiscutible de la labor magisterial de nuestra humanista bajo el perfil
indicado se expresa en una experiencia muy sencilla que el suscrito en una
oportunidad escuchó de parte de algunos vecinos de Los Rastrojos, que
comunicaron que presuntamente la admirada maestra al recibir a niños y niñas de
muy escasos recurso materiales, que entre numerosas carencias no poseían ni
siquiera un modesto cuaderno para los apuntes, ella resolvía la situación
confeccionando singulares cuadernos con papel reciclado proveniente de pulperías
locales cuyos propietarios generosamente donaban bolsas (grandes), envases de
productos de consumo masivo. En horas del descanso hogareño la bondadosa
educadora sumaba a sus esfuerzos y eternas preocupaciones, hilo, tijera,
cartulinas, pega y agujas, así poco a poco, pacientemente iban “naciendo
aquellos recursos”. Lo había advertido oportunamente Don Simón Rodríguez
“inventamos o erramos”, llamado que siempre tuvo eco en el pensar y hacer
educativo de la admirada hija de Los Rastrojos. Ciertamente esta iniciativa de
nuestra humanista era una labor sencilla pero deja ver la infinita capacidad
creativa del pueblo venezolano, hermoso patrimonio heredado de chones, tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y
padres, lo cual debemos difundir, valorar y defender por los siglos del
porvenir.
E P I L O G O
La niña Omaira
laboraría como maestra en una institución oficial hasta el 1º de febrero de
1946, así lo decidió el Ministerio de
Educación, y lo informó su titular, profesor H. García Arocha, a través de la
circular Nº 50 de fecha 17 de enero de 1946.
En ese mismo
documento la autoridad educativa le informa que percibirá una asignación
quincenal de ciento cincuenta y cinco bolívares.
Para la fecha que
recibe su jubilación, nuestra humanista laboraba todavía posiblemente en la Escuela Rural Unitaria Nº
44, el 1º de junio de 1946
cumpliría la ilustre educadora
rastrojeña veinticinco años de servicios ininterrumpidos, un cuarto de siglo en
actividades permanentes en centros educativos oficiales.
Próxima a cumplir
cincuenta y ocho años de edad el 2 de septiembre de 1946, la maestra Sequera
Salas se encontraba felizmente en plena
capacidad para ejercer otras responsabilidades en la administración pública.
El 28 de
diciembre de 1950 el gobierno nacional a través del decreto Nº 27 la designó
segunda suplente en el juzgado del entonces Municipio los Rastrojos.
El 14 de agosto
de 1951 el señor Aníbal Palacios, juez titular de Municipio Los Rastrojos le
remite correspondencia por medio de la cual le convoca a que se incorpore al
tribunal local ya que el titular disfrutaría sus vacaciones anuales a partir
del día siguiente. Así ocurrió y la niña Omaira ingresa de nuevo a la historia
larense, no como noble docente si no en su responsabilidad de autoridad judicial
municipal, quizás primera dama en nuestra entidad en atender tan delicado
compromiso.
Otra vez entre el
15 de agosto y 15 de septiembre de 1952 la admirada educadora rastrojeña
ejerció labores como juez en su
municipio natal. El suscrito desconoce hasta que año asumió esta actividad
oficial.
Casi centenaria
concluyó su itinerario vital la niña Omaira Sequera Salas, el 16 de mayo de
1983. Murió físicamente para renacer en la infinidad de corazones rastrojeños, palavecinenses,
larenses y venezolanos que
sempiternamente evocaran su nombre y su ejemplo, para recordarla como
auténtica educadora paradigma que enseñó para la vida y se caracterizó por ser
“Humilde, justa, pacifica, bastante católica (nos preparaba con mucha paciencia
para la primera comunión a niños y niñas), inteligente al igual que su sobrina
Sara (que cuando era muy necesario le hacía la suplencia). En fin era una gran
maestra que nos enseñó con bondad, con mucha dedicación, que siempre nos invitó
a compartir hasta una pequeña fruta que de nuestra casa nos regalaban para
llevar a la escuela. Cuanto le agradezco
a mi maestra Omaira…todo…todo...lo que recibimos de ella. Recuerdo que cuando
pagué el servicio militar entre Maracaibo y Maracay… me fue muy útil lo que
aprendimos bajo su orientación en aquella pequeñita escuela de Los Rastrojos.
En esa comunidad nací el 4 de diciembre de 1933… Escuela pequeña, un modesto
archivo y un saloncito… grande, muy grande por el cariño y la sabiduría de
nuestra afectiva maestra”.
En gran parte así
la recuerda hoy su antiguo alumno Concepción Vásquez, así la deben recordar
todos sus discípulos que encontraron en ella la palabra, la sonrisa, el consejo
oportuno, el cariño, la comprensión, la enseñanza para la vida.
HOMENAJE A LA NIÑA OMAIRA SEQUERA
SALAS
En 1967 y en 1987
dos instituciones educativas palavecinenses se les asignó por epónima el nombre
de la maestra nacida a finales del siglo XIX. Primero una escuela estadal por
disposición del Concejo Municipal local durante la presidencia del respetado
amigo Sr. Eurípides Ponte, decisión oficial firmada en Cabudare el 14 de
diciembre de 1967.
Iniciativa
oficial municipal que luego fue desconocida al asignarle otro epónimo a dicha escuela de la jurisdicción del antiguo Municipio José Gregorio Bastidas,
capital Los Rastrojos.
Transcurrieron
veinte años y en un acto de verdadero desagravio, fechado el 13 de agosto de
1987 el ciudadano Profesor Pedro Cabello Poleo, Ministro de Educación designó
al instituto educativo oficial establecido en el Distrito Palavecino,
identificado hasta esa fecha con la denominación CREACION IX, con el nombre
de nuestra humanista, desde aquella fecha y ojalá por siempre reciba la eponimia
de “OMAIRA SEQUERA SALAS”. (Véase
anexos c, d). Indiscutible acto de justicia para una noble y admirada maestra
que al margen de su desaparición física en 1983 sigue enseñando con su ejemplo
de bondad, constancia y solidaridad…..perenne luz que derrotó oportunamente las
sombras.
Sabana de la Villa de Kabudari
Enero de 2016
Maestro Taylor Rodríguez
García
Cronista Oficial del
Municipio Palavecino
Primer trimestre