Ambos personajes fueron contemporáneos, nuestro
médico y poeta, era mayor en dos años al referido religioso, los unió
ampliamente la identificación con la poesía, la literatura, el periodismo y la
cultura en general.
El
suscrito en principio cree que presuntamente debe existir algún parentesco
entre la señora Juana Yépez Borges y el sacerdote. Como se sabe, la mencionada
dama fue la esposa del galeno y escritor cabudareño. Su señora madre se llamó
Dolores Borges* y su papá, el bachiller Melquiades Yépez. Igualmente creíamos
que este ministro del culto había vivido varios años en la ciudad de El Tocuyo,
por su propio testimonio informa que fueron contadas las veces que visitó esta
ciudad, pero ello no fue razón para mermar su notable cariño por la capital
morandina.
De
acuerdo a su libro Páginas Perdurables,
el doctor Borges en 1915 estuvo en dos oportunidades entre sus amigos
tocuyanos. En primer lugar, el 21 de octubre de dicho año, ocasión en la que
acompañó a un grupo de vecinos en el marco de velada a beneficio de Asilo San
Antonio, aunque a decir verdad, él evocó una afirmación que había comunicado en
pretérita oportunidad en esta misma comunidad larense, cuando le cantó a los
hijos de la ciudad madre. Así como a la geografía local, en particular a su
hidrónimo bastante antiguo, en cortas palabras dijo: “¡Ciudad pulquérrima y
gloriosa, por la sonrisa, por la sonrisa de tu cielo, por la verdura de tus
campos, por la opulencia de tu río, por el honor de tus hogares, por la
bizarría de tus varones, por el prestigio de tus damas, por la virtudes de tu pueblo! Ciudad encantadora,
sin ser tu boabdil lloro al dejarte ¡Oh Granada de Venezuela!”. (1)
A
escasas semanas pronuncia un nuevo discurso en el seno de la sociedad
recreativa y progresista, en medio de las bodas de oro sacerdotales del
presbítero doctor José María Pérez Limardo, homenaje fechado el 13 de noviembre
de 1915.
Una
vez más la palabra del sacerdote Borges Requena estuvo al servicio de un
ilustre tocuyano. Al respecto resalta: “El preclaro abolengo de Pérez Limardo,
su temprana y nunca desmentida vocación eclesiástica, su vigorosa inteligencia,
sus sólidos estudios, su firme, amplio y sereno criterio teológico, sus
evangélicas virtudes, su urbana cortesía, son otros tantos títulos que,
recomendándolo muy justamente a la estimación pública, parecían destinarlo, desde
los principios de su carrera, a ocupar los más altos puestos en el orden
jerárquico de la Iglesia”. (2)
De
la lectura de la obra Páginas perdurables, se infiere que la amistad de este
ilustre religioso con el doctor Ezequiel Bujanda, fue estrecha y permanente.
Como ya se subrayó los integraba la infinita identificación con la poesía,
cultura en general y denso cariño con la ciudad de El Tocuyo.
Sin
el propósito de realizar una crítica literaria, por cuanto el suscrito no es
especialista en la materia, se hace necesario destacar que indudablemente la
literatura fue un puente esencial para establecer la amistad entre el doctor
Bujanda y sacerdote Borges Requena.
Los
biógrafos del padre, hacen referencia a su actuación muy joven en la Sociedad
Científico – Literaria de la ciudad de Caracas, para entonces era un mozo de
apenas 20 años de edad. Esta pasión por la literatura, y en particular por la
poesía, fue una constante en su vida creativa en la que en momentos
determinados logró combinar perfectamente lo místico con el amor, aunque no se
le considera un poeta romántico, como sí ocurre con la obra del intelectual
médico Ezequiel Bujanda Hernández, no ajena a los autores románticos como Jorge
Isaac, José Mármol e Ignacio Altamirano, mismos que escribieron en la segunda
mitad del siglo XIX las célebres novelas María, Amalia y Clemencia,
respectivamente, es obvio que nuestro galeno escribió fue una obra poética.
En
1919 el padre Borges Requena rindió un afectivo homenaje al recién fallecido
escritor palavecinense por medio de una sencilla y profunda nota necrológica,
al respecto expuso:
“Y
el poeta ha muerto, su alma voló al cielo como vuelan las almas desnudad, sobre
el lecho mortuorio, como sobre el lecho vacío de la joven princesa que ha
pasado a ser reina, mírense abandonados las dos túnicas transparentes…”. (3)
En
este texto mostró el religioso su honda amistad con el médico larense a quién
considera su auténtico hermano.
Borges
Requena, doctor en ciencias eclesiásticas, vivió trece años posteriores al
doctor Bujanda Hernández, a sus 65 años falleció en Maracay, el 21 de octubre
de 1932. Parte de su obra publicada en 1955 bajo el título Páginas perdurables,
gracias a la compilación y la elaboración del prefacio del doctor José Manuel
Núñez Ponte.
Citas:
(*)
De acuerdo al testimonio del doctor Pedro Rodríguez Rojas, quien nos lo
comunicó por vía telefónica, realmente no existía parentesco entre el sacerdote
y esta dama.
(1) BORGES
REQUENA, Carlos. Páginas perdurables”. p. 349.
(2) Ibídem
pp. 369-370.
(3) Ibídem.
p. 286.
Retrato
del doctor Ezequiel Bujanda Hernández. Fuente: Ceferino Alegría. . Figuras
médicas venezolanas. Tomo I p.25.
Retrato
del doctor Carlos Borges Requena. Fuente: Páginas Perdurables. Obra de Borges.
Páginas iniciales, no numeradas.
Rúbrica
del presbítero Borges Requena. Fuente: Ibídem.
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